viernes, 16 de marzo de 2018

LA MUJER DE LA ESCALERA


Un suicidio y un misterioso asesinato sirven de arranque a este relato donde dos universitarios recién licenciados, a comienzos de los años ochenta, afrontan una misión que cambiará sus vidas para siempre: la de localizar unos antiguos libros de teatro medieval. Así comienza una trepidante búsqueda en la que los personajes acabarán encontrándose consigo mismos y con su propio destino, trazando a la vez el retrato de una generación fronteriza que luchó por conseguir un espacio propio en la España de los últimos años setenta y principios de los ochenta.

Una apasionante historia de intriga, de ambiciones y rencores, de amor y desamor, de frustraciones y deseos, donde los más turbios y los más nobles sentimientos se entremezclan y chocan dramáticamente, siempre con el telón de fondo del mundo teatral, ese espacio metaliterario en el que, como en un juego de espejos, no todo es lo que parece...

Cuando el  jurado del Premio Café Gijón otorgó el galardón a Pedro A. González Moreno, constató en su fallo: «Dos muertes y la búsqueda de unas supuestas obras de teatro anteriores a la aparición de La Celestina crean una apasionante novela ambientada en el mundo universitario. La protagonista se verá inmersa en un cruce de intrigas que el autor desarrolla hábilmente y con un excelente despliegue de recursos narrativos».

En realidad, según su autor, no se trata de una obra policíaca, sino de una novela de una generación que siempre había llegado a destiempo a todas partes, pues la investigación policial queda relegada a un segundo plano, sólo cobra importancia casi al final de la novela, cuando el comisario Adolfo Tena (que, en cierta manera, recuerda al Plinio de García Pavón) ata los cabos sueltos del suicidio de Ricardo y el asesinato de Daniel Carvajal. No importa quién es el culpable, sino cuáles son los motivos que le han llevado a ello.

                La trama literaria es la que predomina, no sólo por intentar encontrar esos libros que responderían a la pregunta de si existió un teatro medieval anterior a La Celestina (búsqueda que les lleva a los combates de la guerra civil en la provincia de Guadalajara), sino porque mediante esta obra, con la representación que hace el grupo teatral al que pertenecen los protagonistas, y con Luces de Bohemia, de Valle Inclán, asistimos a la reflexiones y sentimientos de Sara o de Marcos (magistral esa Fantasía Botánica que escribe), y porque los integrantes de Bambalinas 9, en un principio, huyendo de la vida se refugian en el teatro, y, más tarde, algunos de ellos ven la vida como si permanecieran actuando en el escenario (ahí Irene, que con sus celos y envidias intenta manejar los hilos, por poner un ejemplo).

                Y en las reflexiones y sueños de Sara, aparecen recurrentes una serie de imágenes: el hombre que la lleva en una barca y está de espaldas a ella guiando el rumbo, la mujer inmóvil que la mira desde el último peldaño de una escalera, a la que nunca consigue verle la cara o el cuadro de Edward Hopper, Habitación de Hotel, con esa mujer leyendo sentada en la cama. 

                Muchas más sorpresas nos depara el libro, pero descubridlas con su lectura

PREMIO CAFÉ GIJÓN 2017

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