domingo, 18 de febrero de 2018

ORGULLO Y PREJUICIO


Enviado por Iván:

Esta novela reúne de forma ejemplar los temas recurrentes  de Jane Austen en la historia de las cinco hijas de la señora Bennett, que no tiene otro objetivo en su vida que conseguir una buena boda para todas ellas. Dos ricos jóvenes, el señor Bingley y el señor Darcy, aparecen en su punto de mira e inmediatamente se ven señalados como posibles presas. De hecho, la relación entre la hija mayor, Jane, y el señor Bingley parece muy prometedora,…pero, por influencia del arrogante señor Darcy, se frustran todas las esperanzas. La intervención de Elizabeth, la hija segunda, perspicaz, consciente de su valor, y algo rebelde, determinará el rumbo de la novela.

En ella el opresivo ambiente de la familia, la presión del matrimonio, la diferencia de clases, el fantasma de la pobreza y la delicada sensibilidad de una heroína decidida, pero no libre de errores de juicio y dudas de comportamiento, se conjugan para crear una obra maestra leída a lo largo de más de dos siglos.

Jane Austen introdujo cambios en el género de la novela que han llegado hasta nuestros días, al dotar a sus personajes de una profundidad psicológica desconocida hasta ese momento. Creó retratos de sus protagonistas, a menudo irónicos, pero que resultan bastante reales, casi naturalistas. A pesar de los finales felices, en los que los protagonistas consiguen sus anhelados deseos, en su obra subyace una crítica a las costumbres y a la rigidez social de la época.


Elizabeth, la hija segunda de los Bennet es inteligente, divertida e independiente, no importándole quedarse soltera, pero se deja llevar por las primeras apariencias. Su figura se aleja de los personajes femeninos que abundaban hasta ese momento en la literatura de la época.

Fitzwilliam Darcy es el rico y atractivo heredero de una gran fortuna. Arrogante, orgulloso, tímido y honesto. Al igual que Elizabeth, aprenderá a no fiarse de las apariencias, y, poco a poco, se alejará de las rígidas normas sociales para dar rienda suelta a sus verdaderos sentimientos.

Jane Bennet es el modelo perfecto de mujer: guapa, cariñosa, tiene vocación de esposa y madre. Tiene todo lo que se necesita para conseguir un buen partido, excepto una familia un tanto particular y una escasa dote.

Charles Bingley es un joven influenciable, prefiere escuchar los consejos de su familia y amigos, a seguir los dictados de su corazón.

George Wickham se nos presenta como un hombre guapo y amable que atraerá a Elizabeth; pero, en realidad, es un hombre deshonesto, aficionado al juego y derrochador que intentó raptar a la hermana de Darcy para acceder a su dote, y que hará lo propio con Lydia,  la hermana menor de Elizabeth.


El orgullo y el prejuicio son los dos temas básicos de la novela de Austen y se encuentran en distinta medida en los protagonistas. La arrogancia, la vanidad, el exceso de estimación de uno mismo caracteriza a Darcy, un hombre que mira a todo el mundo por encima del hombro y solo considera acertadas sus ideas, gustos y decisiones. A su vez, Elizabeth peca de prejuzgar a las personas, casi siempre de forma desfavorable, aunque en el caso de Wickham creyó a pies juntillas su historia, y se equivocó terriblemente.

Jane Austen critica la forma en la que la posición social de la mujer y la poca libertad que está puede tener. Las jóvenes solo pueden pensar en conseguir el matrimonio más ventajoso posible, dentro de sus posibilidades (clase social, dote…). Elizabeth se rebela contra esto, ella piensa por sí misma y no está dispuesta a que nadie le diga cómo debe vivir su vida. Además, la autora apuesta para que las mujeres sean educadas de forma similar a los hombres, ya que tienen potencial para ello, a pesar de que la sociedad las relegue a cultivar sus talentos (música, pintura, manualidades, danza…) para atraer un marido. Las hermanas Bennet tuvieron una educación muy particular, bastante alejada de las de sus amigas y vecinas. Su padre decidió no dejarlas al cuidado de ninguna institutriz, sino encargarse él mismo de su formación. Poniendo a sus disposición maestros y animándolas a leer.

Con su fina ironía, y usando algunos componentes cómicos, asistimos a bailes, reuniones, conversaciones tan superficiales y banales que nos podemos hacer una idea de lo difícil que debía ser en la época establecer una auténtica relación sentimental o, por lo menos, amistosa, con alguien. Y, como no, la forma en la que se conciertan los matrimonios, la necesidad de poseer una buena dote, la importancia del buen nombre familiar, etc. Por supuesto, Austen destaca el hecho de que las hermanas Bennet no tengan acceso a la propiedad de su padre solo por ser mujeres, algo que las llevaría a la pobreza si no consiguen casarse.

Os dejamos con una reseña de Javier Ruescas sobre el libro:

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