viernes, 26 de enero de 2018

ESTÁ NEVANDO


Miro por la ventana y veo los copos caer. Pienso en diminutos pájaros bulliciosos y fríos. Vienes y me tomas de la mano. Apoyo mi cabeza sobre tu hombro y entrecierro los ojos. Es bonito ver nevar desde tu hombro. Vuelan los copos, su silencio hermético como un secreto blanco. Tu mano se mueve y, antes de soltar la mía, la luz la alcanza.
-Vendré pronto -me dices.
Me besas en la mejilla y sales a la calle. Veo tu abrigo negro moverse entre los copos. Tus huellas. La nieve las va borrando y pienso en el olvido que vendrá también. a cubrirlo todo. Los recuerdos, esto que palpita, es decir, yo. O tü, que te pierdes ahora al final. de la calle y, de pronto, te giras y agitas la mano.
-Adiós -te digo. Aunque no puedas oírlo.
Mi aliento emborrona el cristal. Con un dedo pinto un corazón, no sé por qué, y vuelvo a pensar en los secretos mientras la nieve cae dentro del corazón. Como si fuera una caja.
Al fin, también el vaho desaparece, y el corazón y las huellas en la calle.
Así acabará siendo siempre.
Por eso me he decidido a escribirlo, a contártelo.
Te sorprenderá que nunca te haya dicho nada de todo esto. Te sorprenderá que, más allá de nosotros, en mí, viva esta historia que me empuja y se agita como si fuera mía, produciéndome a veces un dolor tan semejante a la  vida.
Cuando termines de leer estos folios, tendrás que responder a una pregunta, Una cuestión que en mí lleva tiempo debatiéndose. Aún no he tomado una decisión y me gustaría saber qué harías tú en mi lugar. El tiempo pasa, todo muda, se corrompe, muere.
Muere, sí.
Pero hay cosas, tal vez, que perduran y puede que esta sea una de ellas.
No quiero que siga siendo un secreto más en el silencio de la tarde, alejándose como una pluma a la que nadie dará alcance. Perdiéndose con los otros secretos que nadie descubrirá. Es demasiado importante. Al menos, puede serlo para alguien.
Hay lugares por los que no se vuelve a transitar.
Abro la ventana y el aire me corta y me envuelve. Saco la mano y dejo que los copos de nieve se desplomen en ella y se licuen. Cuando cierro la ventana, aún un copo medio transparente sobrevive en mi manga.
Me siento y escribo.
Mónica Rodríguez, La Partitura

PREMIO ALANDAR 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario