martes, 2 de enero de 2018

EL ESPARTANO


Año 480 a. C. antes de morir en las Termópilas, el rey Leónidas entrega una carta sellada al oficial Perseo y le ordena que regrese a Esparta y se la entregue a su esposa, Gorgo.

¿Por qué decide que el mejor guerrero de la ciudad abandone la batalla, cuando la ley espartana prohibía retirarse o rendirse?

Esta es la historia del hombre que nació y se crió como Perseo, hijo del rey Damarato. Víctima de conjuras palaciegas, perdió el derecho al trono y debió aprender a sobrevivir como un simple guerrero. Mientras se olvidaba de quién había sido y quién estaba destinado a ser, soportó mil pruebas que lo convirtieron en otra persona: Perseo, un espartano más... y a la vez un campeón entre campeones.

Y mientras tanto tuvo que ver cómo Gorgo, la mujer que amaba, se casaba con un miembro de la familia que había hundido su vida.

                Javier Negrete nos introduce en las Guerras Médicas (asistimos a las batallas de Maratón,  Termopilas, Salamina) y en las costumbres de Esparta: su sistema político con los dos reyes y los cinco éforos, la agogé, su cultura que gira en torno a la batalla y el honor de la guerra… siguiendo bastante las Historias del griego Heródoto.

                Todo ello se centra en la figura de Perseo, quien, según una profecía, será el último entre los espartanos y, cuando llegue la hora decisiva, será el primero de los espartanos. Desde pequeño muestra valentía y decisión, y pronto su maestro de armas descubrirá que de los impulsos que los humanos comparten con los animales cuando se enfrentan a un peligro —esconderse como los conejos, huir como los ciervos o atacar como los leones—, Perseo únicamente parecía tener uno. Atacar. Su abuela Ferenice, mediante cuentos y leyendas, le alecciona, por ser descendiente de Heracles, a defender a los débiles y poner orden en el mundo. Muchos le ven como el mejor guerrero de Esparta. Pronto conocerá la pasión amorosa en brazos de Gorgo, la hija de Cleómenes, el otro rey de Esparta. Pero no todo es de color de rosa: su hermano le envidia y le odia; sus padres no le muestran el menor afecto; la derrota a manos de Bagabigna, el general persa, y su posterior traición; la humillación, cuando su familia es desposeída de la realeza; la tortura a manos de Cleómenes; el ver cómo sus sueños se le van escapando…. Y cree que Las Termopilas es el lugar donde pienso cobrarme mis últimas cuentas pendientes.

                Aparte de él, la galería de personajes es amplía y Negrete nos descubre perfectamente la personalidad de cada uno: su mellizo Nabis, su padre Damarato, Leónidas, Cleómenes, Ferenice, Gorgo, Jerjes, Temístocles, Pausanias, el espartano tullido Escaleno, Mardonio, Bagabigna, el adivino Tisameno...

                Me ha encantado, cuando Perseo sufre ese episodio de amnesia, ese homenaje a Gene Wolfe y su Soldado de la Niebla (Premio Locus 1987), pues ambos protagonistas han perdido la memoria, y cada día leen un registro para recordar quienes son.

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