jueves, 7 de diciembre de 2017

¿ME DEJAS LOS LIBROS?


-¿Puedo hacerte yo una pregunta ahora? -te interrumpe, y aunque al principio te molesta, terminas asintiendo-. ¿Lo que hay en el salón... son libros? ¿Libros... reales?
Extrañado, frunces el ceño.
-Claro, ¿qué van a ser si no?
-¿Podemos ir a verlos, por favor? -La emoción reluce en sus ojos,
La petición te resulta tan extraña e inocente que respondes que sí. Abandonáis la cocina y, cuando llegáis a la estancia principal, Fiara corre esquivando los sofás y la mesa principal hasta una de las estanterías de la pared. Es tan inesperada su reacción que te descubres con el puñal en la mano, aunque enseguida vuelves a envainarlo en tu cinturón.
La chica acaricia los cantos polvorientos de los libros con una delicadeza reverencial. Sus labios se mueven casi imperceptiblemente mientras va leyendo en voz baja los títulos de cada uno de ellos. La mayoría son enciclopedias antiguas, tratados históricos de tiempos ya olvidados, atlas de tierras que tú siempre has creído tan lejanas como si pertenecieran a mundos inventados...
-¿Puedo...? -pregunta, señalando uno con el dedo.
-Eh... sí, adelante -contestas, y ella lo libera de su hueco de la estantería.
Después camina hasta la chimenea y se sienta delante del fuego con las piernas cruzadas bajo la falda del vestido. Cuando abre la tapa, se levanta una nube de polvo que, a la luz del fuego, te recuerda las partículas que se desprendían del vuelo de las hadas que aparecían en los cuentos que Padre te leía de niño.
Hojea las primeras páginas por encima, pero sobre todo se entretiene pasando las hojas hacia delante y hacia atrás, con una sonrisa creciente en sus labios.
-¿También es la primera vez que... ves un libro?
-Es la primera vez que veo un libro de papel, sí. Había oído hablar de ellos, claro, pero no existen allí de donde yo vengo.
-Pero sabes leer.
Ella asiente.
-Utilizamos dispositivos con pantallas que...
-¿Dispositivos?
-Sí, ¿no sabes qué son? -te pregunta, tan extrañada como si le hubieras dicho que ignoras qué es una nube-. Es raro que tu padre...
-Mi padre prefirió enseñarme todo lo que necesitaba conocer a este lado del muro -la interrumpes, ofuscado-. ¿Qué son esas cosas?
Si a Fiara le molesta tu desplante, no lo demuestra. Medita unos instantes buscando la manera de explicarse hasta que da con la solución.
-Son... como espejos negros -responde-, Espejos mágicos que te permiten ver lo que desees. Momentos del pasado, lugares lejanos, realidades inventadas... Puedes comunicarte con quienes se encuentran a miles de kilómetros. Llevaba uno en mi bolsa. Si quieres...
-No -la detienes, asustado-. No es necesario.
Todo lo que ella cuenta te parece imposible, como sacado de un cuento, fantasías idénticas a las que aparecen en el...

Javier Ruescas, Al Cruzar el Jardín

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