domingo, 14 de junio de 2015

TRAER A CERVANTES


Seguro que has oído hablar estos últimos días de una búsqueda un tanto particular, los huesos del que posiblemente sea el mejor escritor de todos los tiempos, sin duda el español más ilustre de la historia, a estas alturas ya sabrás que estoy hablando de Miguel de Cervantes.
Hasta aquí la noticia de una investigación más o menos normal, pero no te han contado la verdadera historia más allá de la que crees conocer.
Todo empezó en una pequeña sala, frente a él un escritorio, un sillón marrón y una librería donde Jesús calculaba podía haber más de medio centenar de libros. La espera le estaba resultando tediosa, llevaba en esa sala sin que apareciera nadie más de veinte minutos, desde que la secretaria le invitó a entrar. Eso pasó después que unos hombres con aspecto no muy simpático le obligaran a seguirles cuando estaba sentado tranquilamente tomando un café como todos los días antes de ir a trabajar.
Jesús García Gálvez, ese era su nombre completo, había pasado su infancia junto a su padres en un pequeño pueblo en la zona más al norte de Toledo. Desde pequeño había destacado en el instituto en temas de ciencia en donde siempre demostró una habilidad pasmosa. Después de estudiar biología en la universidad, acabando como primero de su promoción, la fama le había llegado debido a las tesis que había publicado en diversas revistas de ciencia con gran repercusión a nivel mundial. En ellas afirmaba que podía ser posible clonar a través del ADN seres vivos, de hecho era un especialista en este campo, lo que le había hecho ganar muchos adeptos y fama internacional, pero también enemigos que tildaban sus investigaciones con adjetivos como antinaturales, monstruosos o incluso satánicos.
Lo que nadie sabía es que Jesús iba un paso por delante y estaba ya, junto con su equipo, reconstruyendo el ADN de seres que estaban sin vida, es decir, volver a la vida a personas que habían fallecido, en resumen la inmortalidad.
Llevaba ya treinta minutos de espera sin que tuviera ni la más remota idea de por qué estaba allí, en esa sala, ni que querían de él. Pero justo cuando esos pensamientos le pasaban por la cabeza, pudo oír como alguien se acercaba a la puerta, pronto conocería las respuestas a todas las preguntas que estaban rondando en su cabeza.
- Buenos días señor García, supongo que estará un poco confuso, pero enseguida disiparé todas sus dudas- Era justo lo que Jesús deseaba.- ¿Supongo que conocerá a usted a Miguel de Cervantes?
- Lo difícil sería encontrar a alguien que no sepa quién es
-Efectivamente, de hecho todo el mundo sabe quién es Cervantes... - en ese momento Jesús lo interrumpió
- Pero señor, no sé qué tengo que ver yo con Cervantes, ni siquiera sé quién es usted
- Huy, donde están mis modales, lo siento me presentaré. Me llamo Rafael Gabilondo y soy el presidente del comité de expertos que trabajan para encontrar los restos humanos de Miguel de Cervantes.
- A si, oí en las noticias que están muy cerca de conseguirlo, pero aún no se qué tengo que ver en todo esto.
- Tiene que ver que usted es un gran experto en ADN y se dice que ha encontrado el secreto de la inmortalidad. ¿Me equivoco señor García?
Ante esta afirmación Jesús se quedó sin respiración, nadie excepto sus socios sabía que estaban llevando a cabo con éxito esas investigaciones.
- No me ponga esa cara ¿por qué cree que el servicio secreto no ha cerrado sus instalaciones? Si no me equivoco lo que usted está haciendo burla un buen número de leyes.
Jesús sabía perfectamente que Rafael tenía razón, de hecho se había esforzado mucho por llevar todo en secreto, pero parecía que no había servido de nada.
- Y que tiene eso que ver con usted o con Cervantes. - Pronunció con la voz entrecortada todavía intentado reponerse Jesús.
- Iré al grano señor García, sé que esto le puede sonar raro pero queremos resucitar a Miguel de Cervantes.
Hubo unos minutos de silencio absoluto entre la última frase de Rafael y la siguiente de Jesús, que se vio verdaderamente abrumado por los acontecimientos.
- Veo que se ha quedado atónito señor García.
- No se imagina usted cuánto.
- Pero la razón es bien sencilla, hace unos meses encontramos entre unos libros viejos que estaban a punto de ser llevados al almacén, un manuscrito. La bibliotecaria que lo encontró decidió llevarlo al centro de restauración del patrimonio histórico, sucedía habitualmente, se han encontrado muchas cosas realmente importantes entre las que parecían de poco valor. Cual fue la sorpresa, que después de que el manuscrito fuera revisadopor el centro, se determinó que ese texto era de Miguel de Cervantes, de su puño y letra.
- ¡Pero eso es estupendo! ¿que era otra obra? ¿una parte perdida del Quijote?. -Preguntó Jesús cuando fue capaz de reaccionar.
- Pues no, y ahí esta el problema, era un manuscrito de Miguel de Cervantes, firmado notarios de la época, en la que decía que tenía que ser traido al futuro, para ver si su obra había seguido triunfando, lo que se refiriera a ésta, todo lo que llevara su nombre o el de Don Quijote de la mancha. Era tan adelantado a su tiempo que inventó el primer contrato de los derechos de autor, imagina lo que eso significa, Cervantes y toda su obra pasará a manos privadas el menos que lo impidamos, -exclamó.
- Pero, ¿no se supone que no debería ser válido en la legislación vigente?
- Las leyes dicen que un bien que se considera patrimonio de la humanidad no puede pasar a manos privadas, pero esa misma ley dice que no tiene carácter retroactivo, por lo que los contratos firmados con anterioridad no están sujetos. ¿Va comprendiendo lo que queremos que haga? El mundo necesita que traiga a Cervantes el futuro para saldar esa deuda con él.
-- Señor, me temo que eso no está permitido y créame no es tan fácil.
- Esto es más importante que cualquier ley, tengo científicos trabajando día y noche en ello, pero me temo que usted es el mejor y sin su ayuda no sería posible. Créame que no acostumbro a suplicar nada, pero me temo que esta vez estoy obligado a hacerlo. Necesito que sea consciente de la importancia del asunto por el que le hemos traído. ¿Qué me dice señor García?
- Me surgen muchas dudas, pero la principal es ¿cuánto tiempo tenemos?
- Pues ese es otro problema, ya que el plazo para que el contrato deba cumplirse termina dentro de cuarenta y ocho horas.
Estas palabras sentaron como un autentico martillazo a Jesús, tenía pocas esperanzas que el proyecto funcionase (las pruebas nunca se habían hecho con humanos y eso podía acabar con un final muy diferente del experimento) a esto se suma los dos días de margen que tenían para nada mas y nada menos que traer a un personaje que lleva varios siglos en la tumba.
- Creo que habrá que ponerse a trabajar.-Respondió con un alarde de optimismo. Después configuró el reloj de su cronómetro ver las horas disponibles.
Las siguientes dos horas fueron verdaderamente intensas, ya que en ese tiempo Jesús tubo que explicarle todo a sus colaboradores la situación, sin ellos sería imposible. También visitó las instalaciones donde estaban trabajando el grupo de expertos de Gabilondo. Ésta visita fue bastante provechosa, Jesús comprobó que eran instalaciones de primera clase y que habían hecho avances muy importantes, por lo que le costaría mucho menos trabajo a él y a su equipo terminar la operación.
También sentía que la misión que tenía que llevar a cabo era un privilegio y un honor, aunque seguramente no era consciente de la importancia del trabajo a realizar.
La operación para reconstruir era relativamente fácil, tenían que coger el ADN de cualquier parte del cuerpo, coger otro cuerpo que se podía hacer de distintos materiales y recombinarlo genéticamente, algo cuya dificultad era algo menor si contabas las mejores instalaciones y herramientas.Aún no se había hecho público el hallazgo de los huesos de Cervantes, debían tener tiempo para los experimentos y mantener en absoluto secreto la operación.


Era sobre mediodía del día siguiente a la tarde que había tenido la reunión, después de que los equipos de Jesús y los del gobierno hubieran estado trabajando mano a mano toda la noche sin descanso, estaban preparados para intentar revivir a D. Miguel. Disponían de un cuerpo especifico que se asemejaba a Cervantes que había sido hecho por un material que simulaba las células a nivel microscópico, y lo único que tenían que hacer era traspasar la información que habían obtenido del ADN a todas y cada uno de las células, algo que como se hacía con máquinas de ultimísima generación no tardaría más de veinte minutos. Sin dilatarse más en el tiempo comenzaron el proceso.
Las horarias rozaban ya prácticamente las tres de la tarde cuando después de algunos problemas con el traspaso del ADN aquel Miguel de Cervantes despertó aturdido (normal después dei proceso al que había sido sometido).
Jesús no se lo podía creer, tenía una mezcla de sensaciones en el cuerpo, por una parte incredulidad, por otra estaba eufórico ya que había conseguido llevar a cabo el experimento y había que añadir que se encontraba exhausto después de haber trabajado toda la noche, pero ahora mismo eso no le importaba.
-Ya tendré tiempo de descansar. -Se repetía cada vez que sentía el cansancio en los ojos.
Los equipos de historiadores con Rafael a la cabeza se encargaron de explicarle todo lo que le estaba pasando al incrédulo Miguel de Cervantes. Jesús pudo ver esto detrás de la cortina de la salita que había al lado del laboratorio donde habían pasado a Cervantes, vio primero su asombro y su alegría después.
Aunque no podía escuchar la conversación pudo ver como Rafael le extendía el documento que Cervantes tenía que firmar, y también como este se negaba hasta que no le enseñaran todo lo que su obra había conseguido.
Jesús pensó que desde luego no se podía imaginar lo que el Quijote había supuesto para toda la humanidad y que sería bonito ver la reacción que tendría éste al saberlo. Entre tanto, Jesús y sus compañeros se frotaban los ojos para asegurarse de que lo que estaban viendo era real, pero sí lo era y lo habían conseguido.
La reunión que tenía lugar en la sala contigua se alargaba y a medida que Jesús iba siendo capaz de asimilar la situación, el cansancio le vencia por momentos. Preguntó a sus colegas del laboratorio (a estas alturas se podían considerar amigos) si había alguna sala con un sofá o sillón para sentarse y tomar algo, estos le indicaron donde se encontraba y se dispuso a ir hacia ella, pero justo cuando este cruzaba por la puerta una voz que parecía de Rafael salió de la sala que tenía a sus espaldas.
-              - Jesús, ¿puedes venir un segundo?
Cuando entró en aquella habitación no puedo dejar de mirar a Cervantes ni un momento, le parecía increíble lo que el con sus propias manos había conseguido.
- Te hemos llamado por que Don Miguel exige que el que le haya devuelto a la vida le enseñe todo lo que pida. - Rafael pronunciaba esta frase mientras Cervantes no dejaba de asentir con la cabeza.
- Pero señor, yo... No pudo decir más antes que Rafael le interrumpiera.
- No, no hay otra opción exige que seas tú y no veas lo cabezota que es este Cervantes.... le susurró al oído.- Toma aquí tienes todo lo que hemos pensado que debes visitar.
- Señor son muchas cosas, tengo que recordarle que la carga vital que le hemos inyectado es experimental y no dura más de veinticuatro horas.
- Si lo sabemos, y él también. Por lo que tendrán que salir cuanto antes. Concluyó Rafael indicando a Cervantes que le siguiera.


Al salir del laboratorio un avión les esperaba para llevarlos a un montón de sitios, visitaron el instituto Cervantes en Madrid, las instalaciones donde se entregan el premio Cervantes y pudieron descubrir su importancia a nivel mundial, visitaron también ciudades en la que hay imágenes suyas o barrios enteros así como teatros o bibliotecas, ciudades como Granada, Sevilla, Madrid. Visitaron también hospitales que llevan su nombre. Jesús pudo ver como a Cervantes se le escapaba alguna que otra lágrima, pero no dijo ni una sola palabra en todo el camino se limitó a escuchar lo que decían los demás sobre él y sobre su obra.
No solo fue emocionante para D. Miguel, sino también Jesús se dio cuenta de verdad de quien era el hombre, el genio absoluto que tenía a su lado, las primeras horas pasaron rápido.
- Pues Don Miguel, hay mucho más, pero no nos permiten salir España.-
- Solo os pido una cosa más, dejadme probar el vino de este siglo. - Dijo Cervantes entre sollozos al principio y entre carcajadas al final.
Y ahí fue donde verdaderamente habló con Jesús, con una copa del mejor vino (afición muy conocida que tenía Cervantes) empezó a contar mil historias, y por supuesto preguntas que éste le hizo al padre del Quijote. El tiempo se le pasó rapidísimo a Jesús, pero sonó la puerta y Jesús supo que era Rafael y que era el momento de su despedida. Poco después firmo el contrato, y acto seguido pudo ver a Rafael dar un suspiro que se pudo oír por toda la sala.
- Bueno, es el momento señor Cervantes- Dijo Rafael.
- Me puede dejar un segundo con este hombre, pronunció mientras que con su largo pulgar de la mano derecha (la única que poseía, ya que habían sido muy meticulosos) señalaba a Jesús y así fue, pero la conversación que mantuvieron Jesús y D. Miguel no la conoce nadie mas que los dos citados, ya que Rafael (con quien Jesús ha hecho una buena amistad) lleva intentando descifrar años. Cuando Jesús salió de aquel laboratorio custodiado por el ejército, supo que esta era una experiencia, que nunca olvidaría.
- ¡Como olvidarla!- Pensó acto seguido
Estaba exhausto pero cuando llegó a su casa no se acostó rápidamente, si no que fue a su vieja librería, y se abrió ese viejo Quijote que recordaba de su infancia, el mismo que tenía hace más de los años que él podía recordar y lo abrió. En cada palabra que leía recordaba a Cervantes. "Es impresionante como personas que conoces durante tan poco tiempo te marcan tanto". Y todavía ahora, que muchos años han pasado desde entonces cada vez que coge un libro de Cervantes sentía que estaba hablando de nuevo con él.

Alvaro Navarro Lozano

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