martes, 24 de febrero de 2015

LA INVENCION DE HUGO CABRET

La historia que voy a compartir con ustedes tiene lugar en 1931, bajo los tejados de París. Aquí podrán encontrar a un niño llamado Hugo Cabret que, en cierta ocasión, descubrió un misterioso dibujo que habría de cambiar su vida para siempre.

Pero antes de pasar esta página, imagínense que están a oscuras, como si fuera a empezar una película. Cuando el sol del amanecer aparezca en la pantalla, la cámara les llevará en un zoom vertiginoso hasta una estación de tren en el corazón de la ciudad. Franquearán la puerta a toda velocidad, se internarán en un enorme vestíbulo atestado de gente y no tardarán mucho en distinguir a un niño en medio de la multitud. El niño comenzará a avanzar por la estación. Síganle, porque ese es Hugo Cabret. Hugo tiene la cabeza llena de secretos, y su historia está a punto de comenzar.

Profesor H. ALCOFRISBAS


A principios del siglo XX Hugo Cabret intenta por todos los medios pasar desapercibido mientras vive en la estación de tren de Montparnasse en París, para lo que se encarga de mantener sus relojes en funcionamiento para que nadie se de cuenta de que su tío, que era el encargado de hacerlo, ha desaparecido y de que ahora vive solo.

Su mayor temor es que lo manden a un hospicio y no poder terminar la reparación de un autómata que su padre había encontrado abandonado en el ático de un museo, tarea en la que empeña su tiempo libre y su gran habilidad mecánica, pues está convencido de que el autómata esconde un mensaje de su padre.

Pero un día Hugo, en su afán de conseguir piezas para reparar el autómata en cuestión, es descubierto robando en el puesto de juguetes de la estación por el dueño, que lo retiene durante un rato y le confisca el cuaderno en el que su padre y él habían ido recopilando las notas sobre la reparación del autómata.

A partir de ahí a Hugo no le quedará más remedio que intentar acercarse al dueño del puesto de juguetes y a la peculiar chica que lo ayuda para intentar recuperar el cuaderno, y para ello tendrá que aprender a confiar en otras personas, algo que le costará enormemente, pero que cambiará su vida para siempre y de manera sorprendente.

Un críptico dibujo, un valioso cuaderno de notas, una llave robada, un autómata y un mensaje oculto del difunto padre de Hugo son algunas de las claves de un intrincado misterio.


Con 284 páginas de ilustraciones originales y combinando elementos de los álbumes ilustrados, las novelas gráficas y el cine, Brian Selznick expande los límites del concepto de novela, creando una nueva experiencia lectora. Ilustración y texto se complementan para continuar la narración; así la narración verbal nos permite acceder a los sentimientos y pasado de los personajes, mientras que la narración visual se encarga de mostrarnos la expresión concreta de estas emociones y estos pasados en sus rostros. Las ilustraciones ponen de relieve el vínculo de este relato con la historia del cine (las ilustraciones juegan con planos cinematográficos y veremos fotogramas de películas clásicas). 

Este libro, cuyo autor es un conocido ilustrador de libros infantiles, combina texto, ilustraciones en blanco y negro y fotografías de forma muy efectiva -más de la mitad de las páginas del libro contienen imágenes- para contar una historia entretenida, en la que se homenajea a los pioneros del cine, mezclando personajes reales con personajes imaginarios.

       En el 2011, Martin Scorsese realizó una pequeña obra maestra cinematográfica con su adaptación del libro:



Y ya que Georges Mellies desempeña un papel destacado en esta obra, os dejo con su Viaje a la Luna, (versión blanco y negro, como las ilustraciones a gráfito del libro, y muda) cuyo argumento es el siguiente: en una reunión de científicos el doctor Barbenfouillis (interpretado por el propio Mélliès) trata de convencer a sus colegas de que participen en un viaje para explorar la Luna. Tras concretar el plan y formar el grupo que realizará la expedición, se ultiman los detalles del viaje y los científicos son disparados en un cohete espacial. La nave aterriza en el ojo de la Luna (imagen ya célebre) y los científicos comienzan a explorar el entorno lunar. No tardan mucho tiempo en encontrar a los habitantes de la Luna, los selenitas, que les capturan y llevan ante su rey. Después de descubrir la forma en la que los selenitas pueden ser vencidos con la utilización de un paraguas, los científicos consiguen escapar y regresar a la Tierra. Allí, tras caer en el mar y ser rescatados, son recibidos en Paris como héroes.

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