domingo, 1 de febrero de 2015

HÉROES DE PAPEL

COMO VÉREIS DENTRO DE POCO, Héroes de papel es un cuento fantástico, pero cuenta también cosas –no demasiadas– que pueden ocurrirle a cualquiera. Lo ha escrito mi padre (Luis Alberto de Cuenca), que es un señor bastante trastornado por los tebeos. Se compra casi todos los que salen y dice que es a mí a quien le gusta leerlos. Cuando ve que un tebeo está un poco arrugado o tiene la más mínima mancha, va corriendo a cambiarlo. Yo ya sabía que, si escribía un cuento para niños, tendría que ver con los tebeos.

Mi padre empezó a escribir Héroes de papel hace casi dos años. Le ha costado muchísimo terminarlo. Leía cada frase una barbaridad de veces y se pasaba la vida cambiando cosas. El nombre del protagonista, por ejemplo, lo cambió como cinco veces: primero se llamó Álvaro, como yo, pero a mí me pareció un poco raro para un cuento y él lo fue cambiando hasta que, al final, se quedó con Luis, o sea, con su propio nombre.

Luis, sin embargo, es mucho más parecido a mí que a mi padre. Pero yo no soy Luis: no tengo una amiga como Ana y mis amigos no se llaman igual que los suyos. Lo mejor de Luis es eso de poder hablar con los personajes de los tebeos. Que estés haciendo un examen de algo (no de Matemáticas: a mí me gustan, no como a Luis), que no te salga nada y que aparezca Sapientín, el primo de Zipi y Zape, y te sople absolutamente todo el examen. La verdad es que eso estaría muy bien. Pero que todo el rato esté saliendo gente de los tebeos y paseándose por tu cuarto no sé si me parece guay.

Álvaro de Cuenca, 1988

Al contrario que a Luis, el protagonista de estos Héroes de Papel, repito que a mí no me atraían demasiado las viñetas, lo confieso.(...)

Durante esos años surgió la idea de Héroes de Papel: los personajes de cómic aparecían minúsculos, así, sin más, en la vida de unos adolescentes Luis y Ana, que vivían pequeñas aventuras cotidianas con su ayuda. A mí aquello no me convencía. Me parecía incluso absurdo. Primero, ¿por qué tan pequeños? Y después, ¿qué tipo de confianza tenían conmigo para salir de las viñetas y hablarme de tú a tú? Me atrajo desde siempre más la idea de entrar, como finalmente hace Luis, en su mundo y colarme en las viñetas con el objetivo, por ejemplo, de tirarle de los calzones a Supermán, o de quitarle la máscara a Spiderman frente a Jonah Jameson, para que descubriese por fin el secreto, o, por qué no, de coger de la mano a la Karen Page de Daredevil y jurarle amor eterno.

Con el tiempo (ya más de veinte años desde aquello), esas mañanas de sábado sean quizá de las cosas que más echo en falta. Sin saberlo, esos héroes, junto a sus fieles acompañantes o, si se prefiere, superhéroes, villanos, detectives, animales, bichos, magos, aventureros, policías, cowboys y extraterrestres, seguro que compartían con nosotros aquellos momentos, sentados en la barra del bar o paseando por la galería comercial, muertos de envidia por no poder participar en tan suculenta celebración matutina, pero seguros de estar siempre ahí, a nuestro lado, ofreciéndonos silenciosos la eterna complicidad que nos había de unir con ellos.

Hoy leo más cómics que en toda mi vida junto a mi hija Veva o solo, harto de estar siempre de allá para aquí, presa de las mil y una excentricidades que han ido apareciendo en mí con la edad. Tras el reencuentro con los Héroes de Papel y, al echar un vistazo a aquellos felices ochenta, entre mis héroes favoritos aparecen siempre Luis y Ana escondidos en la viñeta, mirándome desde el fondo de mis ojos.
Álvaro de Cuenca, 2011


 Luis es un niño como los demás. Nadie pensaría jamás, viéndolo correr con la lengua fuera tras el balón o devorar una ensaimada rebosante de nata, que es el único niño en el mundo capaz de hablar y relacionarse con los héroes de los tebeos. El único muchacho sobre la tierra que tiene como amigos a Mandrake, el Hombre Enmascarado, Tintín, el ratón Mickey o el Capitán América. Luis Alberto de Cuenca escribió este cuento hace más de veinte años para su hijo Álvaro, que ahora vuelve a prologarlo. Miguel Ángel Martín se ha encargado de ilustrarlo a todo color para esta nueva edición, que pretende rendir un homenaje de sus autores a la imaginación y a los grandes personajes del cómic. Luis Alberto de Cuenca da rienda suelta en “Héroes de papel”, a un mundo de fantasía, en un claro homenaje a los héroes de su infancia. Un relato en el que pone parte de su largo bagaje y conocimiento en los tebeos, su amor por la aventura, y sus recuerdos, en el niño protagonista. De igual manera, Luis Alberto transmite su devoción y admiración por los grandes del Noveno Arte, con un cuento realmente delicioso. 

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