domingo, 18 de enero de 2015

COMO UNA NOVELA

El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo «amar»..., el verbo «soñar»...
Claro que siempre se puede intentar. Adelante: «¡Ámame!» «¡Sueña!» «¡Lee!» «¡Lee! ¡Pero lee de una vez, te ordeno que leas, caramba!»
            -¡Sube a tu cuarto y lee!
            ¿Resultado?
             Ninguno.

Esta obra insólita de Daniel Pennac, un auténtico estímulo para la lectura, ha sido uno de los grandes fenómenos de la literatura francesa reciente. Pennac, profesor de literatura en un nstituto, se propone una tarea tan simple como necesaria en nuestros días: que el adolescente pierda el miedo a la lectura, que lea por placer, que se embarque en un libro como en una aventura personal y libremente elegida. Todo él, escrito como un monólogo desenfadado, de una alegría y entusiasmo contagiosos: "En realidad, no es un libro de reflexión sobre la lectura -dice el autor-, sino una tentativa de reconciliación con el libro".

Señoritas, no es bajo la forma de vocabulario y sintaxis como la Literatura comienza a seducirnos. Acuérdense simplemente de cómo las Letras se introducen en nuestra vida. En la edad más tierna, apenas han cesado de cantarnos la canción que hace sonreír y dormirse al recién nacido, se abre la era de los cuentos. El niño los bebe como bebía su leche. Exige la continuación y la repetición de las maravillas; es un público despiadado y excelente. Dios sabe cuántas horas he perdido alimentando con magos, monstruos, piratas y hadas a unos pequeños que gritaban: ¡Más! a su padre agotado

El problema, para Pennac, es que la literatura se ha sacralizado, que orienta la lectura hacia la utilidad, quitándole el disfrute de las historias transmitidas a través de la palabra. A partir de ahí, Pennac diagnostica los problemas a los que se enfrenta la lectura, haciéndonos reflexionar a los adultos sobre nuestra propia actividad lectora. La solución es sencilla: retornar a la palabra. Sin análisis, sin contextualizaciones, sin fichas de comprensión lectora.


Este antimanual de literatura concluye con un decálogo no de los deberes, sino de los DERECHOS DEL LECTOR:
  • El derecho a no leer
  • El derecho a saltarse páginas
  • El derecho a no terminar un libro
  • El derecho a releer
  • El derecho a leer cualquier cosa
  • El derecho a leer lo que me gusta
  • El derecho a leer en cualquier parte
  • El derecho a hojear
  • El derecho a leer en voz alta
  • El derecho a guardar silencio 

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